Perdidos al mediodía
"Las peores obras se han hecho con las mejores intenciones."
“Never be afraid to try something new. Remember, amateurs built the ark. Professionals built the Titanic.” Benny Hill
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Mi papá se ponía mocasines aunque hiciera calor. Todavía me acuerdo de la tarde calurosa de febrero en que nos subió al auto para ir hasta lo de Chela, la señora que nos cuidaba cuando mis viejos salían con amigos, iban al cine, a un evento, o esas cosas que uno cree que hacen los padres cuando uno es chico.
Vivir en Torcuato a principios de los ochenta ya de por sí te aislaba del mundo y te metía todo tipo de cosas raras en la cabeza. Fantasilandia, el estadío de la imaginación y la plena exageración del entorno que te rodea, te oprime, te contiene, te confunde, pero te forma.
Nosotros vivíamos sobre la calle La Habana, una calle sin salida donde había casas grandes en ebullición, baldíos recién comprados y proyectos de casas con pileta y quincho y perros. Me acuerdo de las zanjas cristalinas en verano donde, si tenías suerte, veías pececitos plateados. Después, las zanjas se oscurecían un poco y llegaban los renacuajos y después las ranitas. En la pileta pasaba lo mismo, salvo los pececitos plateados de tamaño mínimo. En frascos, morían al día como los bichitos de luz.
Todavía recuerdo la pila de cassettes en la guantera, de Cash, los cuentos de terror locutados por Vincent Price y Peter Sellers –sí, Peter Sellers–, el casette blanco de Dire Straits. Escuchamos “Six Blade Knife” en silencio.
One blade for breaking my heart
One blade for tearing me apart
Vestido con bermudas, una camisa celeste de mangas cortas y mocasines sin medias, mi papá nos manejó unas casi veinte cuadras hasta la calle Chile, donde vivía Chela. La calle Chile era el comienzo de la villa, la villa atravesada por la estación de la línea Belgrano de ferrocarril donde veías pasar las estaciones Boulogne Sur Mer, la Vice Almirante Montes, la nuestra –la Don Torcuato– y, si te pasabas, la Adolfo Sourdeaux y la Villa de Mayo.
Es extraño ver la pobreza. Sí, es exótico y más si uno viene con número que lo salvó de la colimba, de la gotera y de la falta de perspectivas. Todos llegamos al mundo con un cartón de bingo. Ese cartón decide tu fortuna, tu gracia.
Las calles de tierra barro montañosas, en esa parte de la calle Balbastro y la calle Chile, Colombia, Ecuador, por la villa, no tenían piedras cascotes que rellenaran los pozos. Nadie cuidaba los amortiguadores. Cuando mi papá compró el Taunus Guía nuevo con reloj digital, me llevaba con la carretilla y rellenábamos los pozos con piedritas y cascotes. Así se cuidan las cosas. Eran tiempos en que Gas del Estado aún no había llegado hasta nosotros. Tracción a sangre.
"Golf, the best way to spoil a good walk" Mark Twain
"Golf. la mejor manera de arruinar una linda caminata"
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Chela salió a la calle después de varios aplausos de mi papá. Se estilaba el aplauso cuando no había timbre y además era un código del lejano conurbano. aplaudir era más amable que una campana o una bocina.
Chela Salió con una sonrisa y de la mano de un chico que lloraba fuerte. Unas chapas cubrían el frente. Yo bajé del auto, mi hermano no. Un perro ladraba desde el techo pero no se lo veía. Unas gallinas se movían estresadas. Es extraño haber notado a esa edad cómo es que solo el cuerpo de la gallina se mueve, sus patas se mueven, sus hombros se mueven, pero la cabeza se mantiene casi estática. Mi hermano bajó del auto y tiró una piedra que había en la calle contra las chapas. Mi papá casi le pega, lo tironéo del brazo y le ordenó que se disculpara con Chela. Chela nos dio un beso a cada uno. Nosotros mirábamos alucinados las casas de la cuadra y a un caballo que tiraba de un carro con ruedas de auto y a un viejo con sus tres hijos. Me acuerdo de los charcos, los pozos, cascotes. A mitad de la calle colgaba una farola municipal vieja sobre un poste gigante. Era de esas que titila de repente, la corriente incongruente, que de repente se apaga, pero que estaba encendida siempre, de noche y también de día. Chela entró a su casa y a los tres minutos salió sola con un gatito (casi recién nacido) que le dio a papá. Además le dio en la mano algo envuelto en papel metalizado, papel de paquete de cigarrillos.
Mi papá arrancó el auto y pasó el gatito hacia atrás.
—Hay que darle leche —nos dijo—. Ahora vemos qué nos dice mamá.
Mi mamá la quería a Chela aunque una vez en la cocina, mientras miraba canal 9, dijo algo acerca de Chela queriendo salvarse en la iglesia umbanda cerca del aeropuerto aviación Torcuato, y que le daban miedo esas cosas.
Una noche cuando mi papás volvieron tarde de una fiesta y Chela nos cuidaba, los oí discutir. Pude escuchar a Chela retando a mi papá por las películas que había alquilado.
—Los chicos no pueden ver películas de terror, son muy chicos y aparecen mujeres desnudas, eso está muy mal señor.
Lo puso en falta. La carrera de los Cannonball, la danza de los vampiros, mi papá ni sabía qué alquilaba en Locatel, el primer video club de la zona en la galería sobre la ruta 202.
Igual mirábamos Calabromas y Johnny Tolengo con Lulú Gambini y otras naves que iban ligeras de ropa. Era divino todo.
Mi papá llevó a Chela a su casa y a la vuelta discutió con mi mamá. Había un aire distinto, se escuchaba el zumbido de la heladera, después hubo silencio.
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Nos autem nos possumus non loqui”: “Pero nosotros no podemos no hablar”
(Actae Apostolorum, 4, 20)-.
Mi tío Leopoldo tenía un restorán en Praia Do Forte en Salvador Bahía. Una vez en el estacionamiento del viejo club Tatuapara Leopoldo pescó a un tipo rayándole el auto un Chevrolet Opala o un Opala Caravan. Y ví que lo agarró del cuello y lo puso contra el piso. Le pegó en la cara un par de veces y un par de pataditas consistentes. Una patada le dio en la cabeza. Dspués abrío su baúl , sacó un palo de golf y le preguntó adónde está tu auto, pirralha, desgraça, és um Sócrates , y le dijo Poga y lo arrastró y le entró a dar un volkwagen Golf nuevo.Me acuerdo la cara de sorpresa . Yo quedé traumado . Eso también fue violento. Leopoldo sacado y después regio calmado. Como que no era él, ese no era Leopoldo del restorán tudo bem tudo legal . Parecía un personaje que se habia inventado, ,. Respiraba agitado, le caían gotas de transpiración por la frente y se acomodaba la camisa abierta con los botones rotos. Y después tranqulidad
Esa noche comimos camarones fritos en familia, al lado de la pileta del restaurante del hotel Mata de São João. Él y mi tía compartieron un vino y discutieron y después la pelea- y yo me tomé otra Coca Cola que decia “Com vocè sempre juntos”.
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2014, un martes cualquiera
Me pasé el día escribiendo chistes charrasquillos muy malos para un programa de teve que sale al mediodía y mide muy bajo. Un Director acá nos dice que el encendido es bajo por el calor. Cada vez entiendo menos a estos tipos. La tele es un ecosistema nervioso. Hay un chiste de pasillo que reza:
Dos neurólogos entran a la sala de operación. Hay tensión. Uno está muy serio, le tiembla el pulso. El otro médico le dice-Tranquilo, esto no es televisión.
Me llega un mail. Es un pedido de la nueva Directora de Sense Formats para TV Digital que tiene que dar un discurso en la feria TV summit encuentro internacional de genios de la tele.
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Mourinho me mira y me dice - El fútbol es la industria legal más poderosa del mundo. Acapara todo. Llega a todos los rincones del planeta. Invade, entusiasma contagia, influencia , genera cambios ( Por algo en China hay un masterplan) Puede ser agresivo pero hay algo que encanta. Yo no hago las reglas , yo no diseñé el mundo, pero mientras las reglas sean esas yo voy a jugar, a competir siempre pensando en ganar y si tengo que ser agresivo voy a ser agresivo.
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Hay que identificar un área de nuestra limitación e ignorancia en lugar de evitarla así abrimos la jaula de la curiosidad
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Durante la gripe española o el trancazo en Gibraltar conocí a un tal AronAbecasis que me enseñó a hacer plata. No mucha plata, algo, alguito. Mi enseñó el truco. Un tipo grande con mucho mundo. Igual jugábamos mucho al prode
Yo terminaría trabajando para él en su joyería de la Main Street, sí 143 Main St., frente Cohen & Massias. Durante la gripe española o el trancazo en Gibraltar conocí a judío que me enseñó a hacer plata. No mucha plata, algo, alguito. Mi enseñó el truco. Un tipo grande con mucho mundo.
Yo terminaría trabajando para él en su joyería de la Main Street. hasta que un día decidió cerrar por un tiempo y volver a la tierra sagrada, la medialuna fértil, la zona en conflicto. En el diamante lo que buscás es la ausencia de color, tiraba frases cancheras.
Me mostró la Roca de Gibraltar, tenía free pass y llevó por los túnel. Me contó que se hacía y que sucedia ahí. Subimos a la cima y vimos el sol naranja. Vimos Africa y los vimos venir, en kayaks, en pateras, balsas, barquitos improvisados, bote motor. Venían y cada vez eran más
Le estaré eternamente agradecido. me sugirió que estudie gemología con Paul Deasy personalmente y en el Gemology Institute. Así se hará.
Pero eso viene después.. hasta que un día decidió cerrar por un tiempo y volver a la tierra sagrada, la medialuna fértil, la zona en conflicto.
Me mostró la Roca de Gibraltar, tenía free pass y llevó por los túnel. Me contó que se hacía y que sucedia ahí. Subimos a la cima y vimos el sol naranja. Vimos Africa y los vimos venir, en kayaks, en pateras, balsas, barquitos improvisados, bote motor. Venían y cada vez eran más
Le estaré eternamente agradecido. me sugirió que estudie gemología con Paul Deasy personalmente y en el Gemology Institute. Así se hará.
Pero eso viene después.
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1996?
En la escena de una película recuerdo a un chico del interior (de España, Huelva digamos) decirle a una chica-Por qué las tías de aquí siempre folláis con extranjeros?
Llegué a Madrid cuando los bares empezaban desplegar las sillas y las mesas afuera. Se empezaba a darle la bienvenida a la primavera.
Tenía solo 500 dólares.
No sé como terminé caminando con una americana a quién voy a llamar Jennifer. No sé si la conocí en el avión en una escala, en el aeropuerto pidiendo un taxi o en el subte cargando sus valijas pero me veo con ella buscando una pensión cómoda , barata, mirando a esta ciudad por primera vez en mi vida. Caminamos por plazas y fuentes y bulevares con árboles que florecían y atravesando calles angostas construidas por los moros hace siglos, calles con nombres tristes, nombres de escritores, toreros y poetas, calles de los desamparados, calles en curvas, circulares, como en un laberinto para que se pierda el enemigo. Ella llegaba para aprender a hablar español y yo le venía como anillo al dedo.
Compartimos dos noches en un hotel barato cerca de Plaza Sol. Yo pensaba más en integrarme a España que en jugar al novio con una chica de Virginia. Me hablaba de su novio de allá y de su trabajo como encargada en un local de Gap.
Durante el día yo salía a buscar trabajo, más que nada por bares, y marcaba otros opciones que leía en la Segunda Mano el diario de compra-venta y oferta y demanda de empleos. También leía El País. Llegaba por las tardes y la llevaba como si fuera una nueva esposa a recorrer los atractivos turísticos, la Plaza Mayor, Alcalá de Henares, La Gran Vía, el reina Sofía, el barrio La Latina, los bares, tomábamos vino Rioja y probábamos tapas, La Candela y el flamenco.
A la noche nos íbamos a dormir. Discutíamos como novios. Yo perdía la paciencia por su desconocimiento del idioma. Tenía que traducirle todo. Ya en un bar cuando empecé a conocer cierta gente que estaba dando data para tramitar la tarjeta de residencia y ella se ofendió porque le había prometido ir a las Ventas a las corridas de toros. Nunca había cogido con una americana. Pero no cogimos. Yo solo tenía la cabeza puesta en esta nueva ciudad, en una nueva vida. Ella se daba la vuelta y hablaba con su novio de Virginia –I am absolutely fine. I miss you. I love you le decía, yeah learning a lotta ispaniole, pulpo gaiega flipa, pesetas, nou problemae amigou, hotherrr jjjoder
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En las películas también llueve y no para